El bisfenol A (BPA) es una sustancia química que se utiliza para elaborar algunos tipos de plásticos y resinas, con los que se fabrican envases para alimentos y bebidas, se recubre el interior de latas de conserva o biberones.
Su toxicidad y los efectos que tiene sobre la salud son objeto de debate y, desde hace mucho tiempo, se realizan estudios para determinar los peligros que implica el contacto diario para los seres humanos, ya que se ha comprobado que el bisfenol A de los envases puede transferirse en pequeñas cantidades a los alimentos y bebidas.
Un estudio promovido por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en 2013 evaluó las posibles fuentes de exposición al bisfenol, y por diversas vías de la población europea, se concluyó que la dieta era la fuente de exposición primordial a esta sustancia.
Una investigación de la Universidad de Illinois en Chicago, publicada en Endocrinology, ha alertado sobre los efectos perjudiciales que puede tener la exposición a BPA sobre el feto en desarrollo, porque se relaciona a esta sustancia, que imita la acción de los estrógenos en el organismo, con diversos tipos de cáncer, como el cáncer de próstata, en modelos de ratones.
En 2011, la Comisión Europea aprobó una restricción al uso de BPA para fabricar biberones, con el objetivo de limitar la exposición de los bebés a esta sustancia, al considerar que los menores de seis meses no habían desarrollado un sistema de eliminación completo para liberarse con eficacia de la misma.
La EFSA ha concluido recientemente que puede existir una relación entre la exposición al bisfenol A y algunas alteraciones observadas en riñón, hígado y glándulas mamarias en animales, y ha reducido la ingesta diaria tolerable (IDT), que estableció en 0,05 miligramos por kilo (mg/kg) de peso corporal en 2006, a 0,005 mg/kg peso corporal/día.
La EFSA ha insistido en que actualmente no hay riesgos para la salud de la población europea porque la exposición al bisfenol A está en niveles que no considera peligrosos, pero reconoce que podría ser un problema a largo plazo, por lo que sus conclusiones están sujetas a nuevos análisis de riesgos.
Su toxicidad y los efectos que tiene sobre la salud son objeto de debate y, desde hace mucho tiempo, se realizan estudios para determinar los peligros que implica el contacto diario para los seres humanos, ya que se ha comprobado que el bisfenol A de los envases puede transferirse en pequeñas cantidades a los alimentos y bebidas.
Un estudio promovido por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en 2013 evaluó las posibles fuentes de exposición al bisfenol, y por diversas vías de la población europea, se concluyó que la dieta era la fuente de exposición primordial a esta sustancia.
Los posibles peligros del bisfenol A
El bisfenol A se considera un disruptor endocrino; es decir, que tiene la capacidad para interactuar con hormonas del cuerpo humano y podría afectar a la fertilidad, el aparato reproductor y el sistema endocrino.Una investigación de la Universidad de Illinois en Chicago, publicada en Endocrinology, ha alertado sobre los efectos perjudiciales que puede tener la exposición a BPA sobre el feto en desarrollo, porque se relaciona a esta sustancia, que imita la acción de los estrógenos en el organismo, con diversos tipos de cáncer, como el cáncer de próstata, en modelos de ratones.
En 2011, la Comisión Europea aprobó una restricción al uso de BPA para fabricar biberones, con el objetivo de limitar la exposición de los bebés a esta sustancia, al considerar que los menores de seis meses no habían desarrollado un sistema de eliminación completo para liberarse con eficacia de la misma.
La EFSA ha concluido recientemente que puede existir una relación entre la exposición al bisfenol A y algunas alteraciones observadas en riñón, hígado y glándulas mamarias en animales, y ha reducido la ingesta diaria tolerable (IDT), que estableció en 0,05 miligramos por kilo (mg/kg) de peso corporal en 2006, a 0,005 mg/kg peso corporal/día.
La EFSA ha insistido en que actualmente no hay riesgos para la salud de la población europea porque la exposición al bisfenol A está en niveles que no considera peligrosos, pero reconoce que podría ser un problema a largo plazo, por lo que sus conclusiones están sujetas a nuevos análisis de riesgos.